PINTURA: LAS ESPIGADORAS - JEAN-FRANÇOIS MILLET

 LAS ESPIGADORAS

Título original: Des glaneuses

1857

Jean-François Millet (Gréville-Hague; Baja Normandía, Francia, 1814 - Barbizon; Ile-de-France, Francia, 1875)

Estilo: Realismo Social

Género: Costumbrismo

Medios: Óleo sobre lienzo

Medidas: 83,5 x 110 cm

Clasificaciones: Pintura

Ubicación: Musée d'Orsay, París, Francia


Fiel a uno de sus temas favoritos, la vida campesina, Millet entrega en este cuadro el resultado de diez años de investigación sobre el tema de las espigadoras.

Estas mujeres encarnan al proletariado rural. Se les permite pasar rápidamente, como si de una gran obra de hipócrita cáridad se tratara, antes del atardecer, por los campos cosechados para recoger las mazorcas descuidadas una a una, y obtener con ello, un mísero plus de víveres, mísero si imaginamos el día a día de su alimentación, comparada con la de los terratenientes y hacendados.


El pintor representa a tres de espigadoras en primer plano, con la espalda encorvada y seguramente, rotas de dolor y la mirada clavada en el suelo.

Yuxtapone así las tres fases del movimiento repetitivo y agotador que impone esta dura tarea: agacharse, levantar, levantarse.

Su austeridad se opone a la abundancia de la mies en la lejanía: muelas, gavillas, carretas y multitud de segadores que se mueven.

Esta abundancia festiva y luminosa parece tanto más lejana cuanto más abrupto es el cambio de escala.

La luz tenue del sol poniente acentúa los volúmenes del primer plano y da a las espigadoras un aspecto escultural. Destaca vívidamente sus manos, cuellos, hombros y espalda e ilumina los colores de su ropa.

Luego, lentamente, Millet difumina las distancias para producir una atmósfera dorada y polvorienta, acentuando la impresión bucólica del fondo.

La figura a caballo, aislada al fondo a la derecha, es probablemente un gerente, encargado de supervisar el trabajo realizado en la finca, también vela por que los recolectores respeten las normas relacionadas con su actividad. Su presencia agrega una distancia social al recordar la existencia de los propietarios o terratenientes.

Sin utilizar anécdotas pintorescas, mediante procedimientos plásticos sencillos y sobrios, Millet confiere a estas espigadoras, pobres sin duda, pero no menos dignas, un valor emblemático, desprovisto de  una visión miserable.



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