PINTURA: LA SOLEDAD EN EL ARTE

 LA SOLEDAD EN EL ARTE 

El miedo del hombre a la soledad se encuentra instalado en lo más profundo de sus instintos primarios. La colectividad funciona como un excelente retrato de lo humano y lo social, en contraposición con lo solitario. ¿Cuáles son las obras que ahondan en la soledad, la desesperanza, la desolación y el miedo más humano? Descúbrelo a través de estas pinturas.


1818 - EL CAMINANTE SOBRE MAR DE NUBES - Caspar David Friedrich.

La soledad que pasa por la contemplación puede ser tan devastadora como recreativa. En el caso de la obra más conocida de Friedrich, el caminante que se encuentra a la orilla de un risco en una postura desafiante, dominando el paisaje que se pierde entre accidentes que marcan el horizonte, es parte del romanticismo que busca en la naturaleza y su reflejo en la conciencia, la proyección de los sentimientos del ser humano.



1933 - SOLEDAD - Marc Chagall.

El mismo año en que el Partido Nacionalsocialista ascendió al poder, Chagall plasmó una obra desoladora por donde se vea: el hombre, que yace sentado en el suelo con un pergamino doblado (presumiblemente la Tora), mira hacia la nada sin voluntad, con el terrible peso de su existencia sobre sus hombros y los problemas que ésta acarrea. Una vaca y un violín acompañan la imagen que para entonces ya ha perdido la inocencia. El cielo se cubre poco a poco de nubes de tormenta y un ángel busca salida entre el caos que está por venir.



1927 - MARTHA - Georg Schrimpf.

La mujer de esta obra se encuentra en un interior oscuro, sentada frente a un escritorio donde lee una carta que, a primera vista, está vacía. Al mismo tiempo, el paisaje rural que asoma por la ventana da cuenta de una espera tan larga como ansiosa, que puede no concretarse y la hace buscar en cualquier sitio un resquicio de esperanza de la vuelta de la persona deseada, aunque el tiempo pase inexorable y la posibilidad se diluya a cada momento.



1876 - BEBEDORES DE ABSENTA – Edgar Degas.

Dos figuras tristes, con el rostro desencajado y un ambiente decadente que se percibe en cada rincón del Café de la Nouvelle Athenes enmarcan la escena que Degas pintó en contraposición con la bohemia de París. El cuadro parte del centro hacia la derecha, mientras el vacío del lado opuesto desequilibra a los personajes que embriagados, con la mirada perdida, son la cara más visible de la división social y la soledad.


1927 - AUTÓMATA - Edward Hopper.

El artista estadounidense dedicó su vida a la pintura de escenas clásicas del modo de vida norteamericano, enfocado en los espacios de soledad y vacío que se configuran en multitudinarias urbes de asfalto y acero. Una mujer en un local bebe su taza de café con la mirada perdida. La oscuridad de la noche no permite ver a través de los vidrios y la artificialidad del sitio contrasta con el frutero que funciona como punto de fuga. Más que un espacio físico, la soledad se traslada a un estado mental que puede permanecer aún
en compañía.

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