PINTURA: ¡AÚN DICEN QUE EL PESCADO ES CARO! - JOAQUÍN SOROLLA

 ¡AÚN DICEN QUE EL PESCADO ES CARO!

1894

Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 1863 - Cercedilla, Madrid, 1923)

Estilo: Impresionismo, Realismo social

Género: Costumbrismo

Georafía: España

Medio: Óleo sobre lienzo

Medidas:  151,5 x 204 cm.

Ubicación: Museo del Prado, Madrid, España


Este emblemático cuadro, sin duda el más famoso entre todos los pintados por Sorolla durante su juventud y con temática social, es también ejemplo fundamental de la inmersión del artista en este género, entonces de plena vigencia en los ambientes artísticos. Además, es seguramente el más sentido de todos ellos en la hondura de su significado, por representar un asunto tan sensible a las vivencias de las gentes de su tierra natal, Valencia, logrando con él una de las escenas más emocionantes de la pintura española del realismo social de fin de siglo. 

Sorolla logró con esta pintura la Primera Medalla en la Exposición Nacional de 1895, donde fue presentada por el artista junto con otros trece cuadros, en su mayoría retratos. 

El cuadro muestra el interior de la bodega de una barca de pesca, en la que un jovencísimo marinero, yace tendido en el suelo tras sufrir un accidente durante la faena. Con el torso desnudo, del que pende una medalla, amuleto devoto de protección de los pescadores contra las desgracias, el joven es atendido cuidadosamente por dos veteranos marineros, con el semblante serio y preocupados. Uno de ellos le sujeta por los hombros, mientras el otro, cubierto por una barretina, le aplica una compresa en la herida, que acaba de mojar en el perol de agua que se ve en el primer término. Alrededor de los tres marineros pueden verse diversos aperos y, al fondo, un montón de pescados, capturados durante la accidentada jornada. 

La obra muestra un dibujo firme y descriptivo, especialmente definido en las figuras y tan sólo algo más libre en el entorno escénico que les rodea, Sorolla logra en esta pintura una especial armonía de conjunto en la interpretación del tema principal, en una composición de gran equilibrio y un audaz planteamiento espacial.  

En efecto, lo primero que despierta la emoción del espectador es la entereza callada y contenida de los viejos hombres de mar cuidando el frágil y desvalido cuerpo del muchacho herido, logrando una atmósfera envuelta en una gravedad noble y que sólo Sorolla supo calar en el alma de los pescadores de su tierra. 

Por otra parte, la captación de la luz que penetra por la escotilla de la barca y baña en una clara penumbra su bodega y los enseres que en ella se guardan muestra las conquistas de Sorolla ya en estos años tempranos, el manejo de los recursos lumínicos. Además, la audacia de su encuadre moderno, que desplaza acusadamente la perspectiva de la bodega hacia un lado para subrayar la sensación espacial del entorno en que se desarrolla la escena, deja ver la escalera por la que han descendido el cuerpo del joven pescador herido, dando así mayor profundidad a la composición, que se cierra con los reflejos plateados de los pescados amontonados al fondo.



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