ESCRITURA INSPIRADA POR ARTE: RELATO: EL PODER DE LA MENTE DE NURIA DE ESPINOSA - OBRA: EL SUICIDO DE ÉDOUARD MANET

En "Escritura inspirada por Arte", damos un paso más en los retos para followers de Impact-Arte en Twitter.

En este caso, se trata de elegir cualquier obra de arte del blog y escribir un relato o cuento.

Estrenamos la sección con "El poder de la mente" un relato de Nuria de Espinosa inspirada en "El suicidio" de Manet.


EL SUICIDIO

1880

Édouard Manet 

Estilo: Impresionismo



EL PODER DE LA MENTE


Ser capaz de recordar todas las horas de tormenta que mi soledad y abandono crearon como un claro espejismo en mi mente, hizo que me sintiera como una abeja que está sola en el panal, cuyo sentimiento no es más que una hoja que cae de un árbol en otoño; algo que el viento desplaza. Los seres humanos tenemos la capacidad de magnificar y absolutizar ese viaje de la rama al suelo, sin embargo, pese a nuestra tenacidad, todos los otoños pasan por más que queramos evitarlo.

Para mí era complicado conseguir ser como una persona normal, me encontraba abducido por una vida de mierda con un síndrome de locura postergada a estar solo, al ser incapaz de darme cuenta de que el infierno que me rodeaba no era real.

Mis esfuerzos por evitarlo no lograron quitar de mi mente la pistola que aguardaba en un cajón.

También intenté compartir mi sentimiento de dolor, no obstante, nadie me entendía. Dejé claro que su gesto me afectaba: que quizás la muerte era la única solución a una vida bipolar y de inseguridad, de alguna forma ya estaba muerto.

Comprendí que todos mis actos influían de una u otra forma, a los demás. Pero no por eso yo debía seguir sufriendo, considerar la posibilidad de continuar vivo no estaba previsto en mis planes. La vida me había cegado por completo dotándome de una identidad que no me correspondía, hasta hacerme sentir que no podía erradicar todo mi sufrimiento.

No bastó mi intención, nunca basta. La profunda soledad en la que me hallaba sin remedio buscó alcanzar una atención, un afecto, una comprensión que fue imposible de encontrar. Y es que en este mundo no todo es posible.

Eché de menos poder recordar una buena dosis de tambor, de baile, de canto a la luz de una buena hoguera bajo un manto de estrellas, hacer brotar el sentido de una vida que parecía perder por momentos.

Contemplé esa rigurosa impotencia y la convertí en el centro de mi dolor. Qué sentido tenía apelar al tiempo. Si algo podía ser contado, también podría ser transformado, de esta manera con ahogadas palabras entre las cuatro paredes y las sombras de mi habitación, describí mi último aliento, y mis últimos pensamientos.

El hombre de expresión agónica y pesar en el corazón se despedía para siempre. Cogí el arma que yacía en el cajón del escritorio, me senté sobre la cama y acercándome el arma al pecho disparé. 

Ya solo quedaba un maldito despojo humano con el pecho cubierto de sangre que yacía inerte sobre el vértice de la cama.


© Nuria de Espinosa




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